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martes, 4 de noviembre de 2008

AGUSTIN TOSCO 5 de noviembre - 33 ANIVERSARIO DEL FALLECIMIENTO



ASPECTOS DE SU VIDA Y MILITANCIA


La clase obrera argentina desde su surgimiento vivió los más variados conflictos y desde esa época surgieron dirigentes, que identificaron con sus características personales, cada conflicto y cada período. Entre ellos, se destaca por su fortaleza ideológica, coherencia de militancia y vida: Agustín Tosco.
Nació en la localidad de Coronel Moldes, en la provincia de Córdoba, el 22 de mayo de 1930. Sus padres eran campesinos y trabajó junto a ellos, desde chico, una parcela de tierra. A los 9 años decidió hacerse hincha de fútbol y en vez de optar por el campeón de la temporada de 1939, Independiente, se inclinó por el único equipo que logró derrotarlo: Huracán. Años más tarde esas preferencias se volcaron por dos clubes cordobeses: Talleres y Alas Argentinas, un modesto equipo de su barrio.
Después de cursar el colegio primario, se trasladó a la ciudad e ingresó como internado a una escuela de Artes y Oficios, luego el ciclo básico industrial, lo realizó en la Escuela de Trabajo, donde fue elegido presidente del Centro de Estudiantes.
Su militancia comenzó en esa época, cuando encabezó varias huelgas por mejores condiciones en el internado y contra las autoridades de la casa. No fue lo único: al terminar el ciclo, lo designaron para hablar en el cierre del curso; donde criticó el sistema vigente en la escuela y se negó a recibir el diploma de parte del Director, donde fue ovacionado por todos los compañeros. Durante tres años fue a la Universidad Tecnológica, donde se recibió de electrotécnico, y fue delegado del curso.
Sobre su primer trabajo comentó “Cuando a los 17 años, salí a buscar una nueva ocupación, recibí enseñanzas de otra índole: me aceptaban como aprendiz y entonces no me pagaban o me pagaban poco. Corría la liebre. Tan sólo al cumplir la mayoría de edad conseguí incorporarme a Luz y Fuerza como ayudante electricista en el taller electromecánico, donde ahora soy técnico especializado. Por aquella época ya había adquirido conciencia de los conflictos sociales, y había decidido también tomar partido por mi clase”.
“Llegué a Córdoba a comienzos de 1944, y al gremialismo lo practiqué en cierto modo en el 46 cuando me eligieron presidente del Centro de Alumnos en la Universidad. En 1952 fui electo secretario del cuerpo de delegados de Luz y Fuerza de Córdoba, y en 1953 gané las elecciones para la conducción del gremio en la provincia, teniendo 23 años. Un año más tarde me eligieron como Secretario Gremial del secretariado nacional de la Federación Argentina de Trabajadores de Luz y Fuerza (FATLYF). Al cese de las intervenciones militares (1955-1957), bajo las cuales me habían inhabilitado, forme parte del Congreso Normalizador y volví a resultar reelegido en los dos cargos antes mencionados”.
La reelección democrática como secretario general de Luz y Fuerza de Córdoba, se reiteró en varias oportunidades siendo la más notable la de 1972. En ese año, mientras permanecía en prisión fue elegido como secretario adjunto de la CGT Regional Córdoba.
Una de la tantas veces que estuvo preso la revista Primera Plana, entrevisto a varios de sus compañeros de Luz y Fuerza. Uno de ellos, tal vez el más cercano, Felipe Alberti –secretario de Cultura- sostuvo que “Tosco es uno de los pocos dirigentes que la Federación no logró corromper. El Gringo tiene una gran personalidad; es honesto y correcto. Posee una capacidad de trabajo increíble. Se pasa 18 horas en el sindicato. A nosotros nos cuesta seguirlo. Le gusta hablar de noche. Por ahí le decimos que en vez de haber sido encargado de sector, tendría que ser sereno”. Además agregó que “Desde la cárcel fue reelecto en su cargo. Nadie duda sobre el respeto a su personalidad, una actitud de todos los sectores, incluso los de la propia oposición sindical”.
Consultado como era un día de su vida, lo relató así “Bueno, me levanto a las cinco y media. Antes de las seis y media estoy fichando en la empresa. Trabajo hasta la una y media. Almuerzo en casa (a veces lo hago en el sindicato), duermo una pequeña siesta de dos horas, y desde las cinco de la tarde estoy en el sindicato, trabajando con los compañeros, con la gente que viene. Atiendo también en la CGT. En fin, terminamos siempre a la una o dos de la mañana, dormimos muy poco. Por las noches, íbamos a ver partidos de básquetbol; nos quedábamos a cenar, en fin, seguíamos hablando siempre de los problemas nuestros, pero no bajo el signo que nos obligó Ongania y la Revolución Argentina”.
Su casa, la hizo en tiempos de Perón, con un crédito del Banco Hipotecario Nacional. Tuvo un solo crédito comercial –en Casa Muñoz- que le permitía vestir a la familia. Los compañeros de la Comisión Directiva le insistían “Gringo, comprate un traje”
Siempre comentaba que a sus convicciones gremiales y políticas llegó por “el trabajo, el observar la vida, a través de la lectura, de todo un poco”.
En Misiones, fue detenido por primera vez, durante una semana de 1957 por una huelga en defensa de los compañeros de Luz y Fuerza. Luego todo empezó en el 69. Lo detuvieron por 48 horas, días antes del Cordobazo, en el barrio Clínicas. Después del levantamiento estuvo preso siete meses en La Pampa y en Rawson. Más tarde fue detenido otro par de veces; una vez que atacaron el sindicato a balazos, y luego del Viborazo, en abril del 71, lo que motivó sus once meses en Devoto y el resto en Rawson.
Se definía como marxista-socialista. “Los fundamentos que tengo están elaborados en base al materialismo dialéctico. En lo político estoy por la unidad de las fuerzas de distintas tendencias, sin discriminaciones ideológicas, pero siempre que coincidan con el progreso y la liberación nacional de los argentinos”.
¿El dirigente obrero no puede hacer política? “No, al contrario. El dirigente obrero de hecho es un agente fundamental de la política. Los sindicatos deben llevar adelante una política. Una política que entendemos general y no partidaria, ya que las organizaciones obreras están compuestas por compañeros de distintos pensamientos políticos. La defensa del interés común de los trabajadores hace que la organización sindical en sí no deba ser partidaria, pero la clase obrera es para nosotros un agente fundamental en el proceso de liberación nacional y social argentino, y todo proceso de liberación nacional y social es esencialmente político. De ahí que debamos, los trabajadores, los representantes, actuar en la lucha política general, y al margen de una organización sindical, actuar dentro de los partidos políticos.
“Hay dos tipos, al menos de sindicalismo. Uno el sindicalismo que denominamos participacionista o adaptacionista, que se mueve en forma dependiente y referencial al sistema. El que es de naturaleza eminentemente reactiva y que condiciona todos sus actos según lo obliga la estructura del sistema y las medidas de los regenteadores del poder. Es el que espera que crezca el costo del nivel de vida para pedir aumento de salarios y que termina conformándose en la práctica con el aumento de salarios que la Secretaría de Trabajo autoriza. El otro, es el Sindicalismo de Liberación, que ha comprendido que debe ser un factor en la lucha por la liberación nacional. Es el que atiende tanto a la defensa de los derechos y reivindicaciones de carácter inmediato de los compañeros y que plantea la lucha contra el imperialismo internacional del dinero, en su manifestación concreta de monopolios de la producción, de la distribución, de los servicios, de las finanzas internacionales. Es el sindicalismo que asume una misión y una responsabilidad global, social y nacional. Que plantea la transformación revolucionaria de las estructuras y que reclama en lo inmediato que los grandes medios de producción y las palancas fundamentales de la economía sean de propiedad estatal -social y no privada-. El sindicalismo de liberación lucha en estos momentos contra los tres grandes responsables de la injusticia y de la opresión: el imperialismo, la dictadura y el participacionismo. A su vez levanta tres banderas de unidad y lucha: justicia social, soberanía popular y liberación nacional, que particularmente pueden tener otras denominaciones, pero que en el fondo, deben unir a todos los que luchan por una vida mejor, sean del color que fueren. Asume su papel político general en su capacidad vanguardista, en unidad con los demás sectores populares, políticos, económicos y sociales (...).
Consultado sobre ¿Cuál revolución es la que propugnaba?, no vaciló en responder “En realidad la única revolución posible es la que cambie la propiedad de los medios de producción y de cambio, ahora en manos de entes privados y privilegiados, para colocarlos en manos de] pueblo. Es la revolución socialista, con sus características y su desarrollo histórico según las condiciones nacionales de cada país”.
En los numerosos reportajes que concedió, una de las preguntas que siempre se reiteraban era: ¿No obstante que en las bases de tu gremio la ideología predominante es el peronismo, usted es el secretario general, ¿por qué? “La conducción está integrada por compañeros peronistas, radicales, marxistas, comunistas, demócratas cristianos ... En nuestro gremio practicamos lo que enarbolamos como la unidad de acción y de lucha con pleno respeto al pensamiento de cada uno. Yo jamás levantaré un dedo contra el pensamiento político de un compañero o contra la religión, es una aberración que debemos superar, una lacra de la civilización ... Que se combata una idea puede ser, pero anularla, clausurarla, condenarla, reprimirla, eso no lo aceptamos"
Fue el más consecuente defensor de la unidad de los revolucionarios y de la izquierda. Compartió con los comunistas la construcción de la Comisión Nacional Intersindical y el Encuentro Nacional de los Argentinos, apoyo la candidatura peronista de Atilio López para la vicegobernación de Córdoba en 1973, impulsó y participó en los Plenarios Antiburocráticos, junto a numerosos gremialistas combativos, se sumó entusiastamente a los Congresos del Frente Antiimperialistas y por el Socialismo (FAS), que impulsaban entre otros el ERP-PRT, en tanto que su abogado y amigo era el radical Hipólito Solari Irigoyen.
En esa época declaro “Mi posición es la unidad de las fuerzas populares, no he pertenecido ni pertenezco a ningún partido político. La crisis del sistema atraviesa la heterogeneidad de todas las instituciones, en especial de los grandes partidos políticos, como el peronismo y del radicalismo. Mi posición es el respeto a las diferencias partidarias y a la concreción de la unidad de acción y de la unidad en la lucha, recorriendo todos los caminos que sean necesarios para construir una funcionalidad cada vez mayor entre las alas progresistas y revolucionarias de esos dos grandes movimientos populares y del resto de los sectores políticos de izquierda”.
En octubre de 1974, fue intervenido su sindicato, y la Triple A, que había asesinado a sus amigos Atilio López y Alfredo Curuchet, decretó su condena a muerte. En esas jornadas pasó a la clandestinidad, apoyado y custodiado por varias organizaciones revolucionarias, su salud se deterioro y falleció el 5 de noviembre de 1975.
Hoy sigue teniendo vigencia su figura, práctica y pensamientos. Todo puede volver a empezar y para recrear la esperanza hay que sentir lo que decía en aquellas épocas de grandes luchas de la clase obrera “Las victorias más importantes y valiosas son las que se obtienen sobre las propias debilidades. A partir de allí todo es posible. (…) Yo no me planteo como tendré que morir. Creo que mi fin será consecuente con mi lucha, no sé en qué circunstancia. Lo importante es morir con los ideales de uno. Ahora no me gustaría morir habiendo traicionada a mi clase”.



LEONIDAS F. CERUTI

HISTORIADOR